Las mujeres trazaron el camino para el desarrollo del cooperativismo en Puerto Rico; y, hoy, asumen mayores cargos ejecutivos
Las mujeres trazaron el camino para el desarrollo del cooperativismo en Puerto Rico; y, hoy, asumen mayores cargos ejecutivos
La presidenta ejecutiva de la Cooperativa Moroveña, Ivis Vallés Rivera, aseguró que el movimiento cooperativo se impulsó en Puerto Rico por tres mujeres clave en la década de los 40 y que aún se percibe la presencia de la mujer en las cooperativas. Este dato quedó sustentado por una encuesta administrada en 2021 a 86 cooperativas de ahorro y crédito y de tipos diversos por el Comité de Género Petra González González del organismo cúpula, la Liga de Cooperativas de Puerto Rico.
Según el estudio, un 50.6 % de las mujeres en las cooperativas encuestadas ocupaban la presidencia ejecutiva, mientras que otras 30 fungían como presidentas de la junta de directores. Los hallazgos sugieren que las cooperativas que tienen mujeres en ambas presidencias suelen tener mayor representación; mientras que, en aquellas con un hombre y una mujer en una de las presidencias, hay una participación más equitativa entre ambos géneros.
Comparado con un estudio similar realizado en 2013 por la misma organización, el porcentaje en las presidencias ejecutivas y en las juntas de directores aumentó entre esos ocho años.
Vallés Rivera expresó que la industria del cooperativismo “ha dado un ambiente propicio” para que las mujeres se apoderen en los espacios de dirección ejecutiva. “La representación de la mujer y la oportunidad que se le da para desarrollarse profesionalmente y tener el voluntariado nos permite desarrollarnos como empresa”, expuso.
Asimismo, mencionó que las dos organizaciones de mayor importancia en el movimiento cooperativo actual, la Liga de Cooperativas de Puerto Rico y la Corporación Pública para la Supervisión y Seguro de Cooperativas de Puerto Rico (COSSEC), que es la agencia reguladora de las cooperativas, son presididas por Mildred Santiago Ortiz y Mabel Jiménez Miranda, respectivamente.
Las diferentes posiciones que las mujeres ocupan, distinguió Vallés Rivera, van desde posiciones de línea y clericales hasta puestos administrativos y ejecutivos. “A través de los años, hemos podido empoderarnos y demostrar que tenemos esa capacidad de lograr solidez, desarrollo y trascendencia”, y declaró que el movimiento cooperativo es “una de las fuentes principales de economía en el país”. Estableció como ejemplo que, cuando el huracán María azotó a Puerto Rico en 2017, las cooperativas “lograron brindarles ayuda económica a sus socios cuando la banca no podía abrir”.
Según COSSEC, hay 103 cooperativas de ahorro y crédito dedicadas a ofrecer servicios que ayudan al desarrollo de las cuentas de ahorro y a fomentar un crédito saludable a través de préstamos personales, comerciales, colaterales, hipotecarios y para Pequeños y Medianos Comerciantes (PyMEs). De las cooperativas de tipos diversos, clasificadas como de usuario o trabajo asociado, había 120 en total, para febrero del 2021, según la Liga de Cooperativas.
Las tres mujeres que jugaron un rol fundamental como precursoras del movimiento cooperativo y la creación del Instituto de Cooperativismo de la Universidad de Puerto Rico (UPR) fueron, principalmente, Ana María O’Neill, Clara Lugo de Sendra y Mercedes Amalia Marchand, contó la presidenta ejecutiva de la Cooperativa Moroveña.
Según la Liga de Cooperativas de Puerto Rico, entidad fundada en 1948, O’Neill sirvió como pieza instrumental en traer, desde Canadá, al distinguido profesor del cooperativismo, el padre Joseph Alexander MacDonald, a ofrecer conferencias en la UPR sobre esta ideología. El entusiasmo por este movimiento causó que el entonces presidente del Senado, Luis Muñoz Marín, creara una comisión para estudiar el cooperativismo en el país norteamericano e integrarlo a Puerto Rico.
Estos estudios, junto con la influencia de O’Neill, Lugo de Sendra y Marchand, entre otros precursores, promovieron la creación de la Ley 291 de 1946, conocida como la Ley General de Sociedades Cooperativas de Puerto Rico. Entonces, en 1953, se fundó el Instituto de Cooperativismo, motivado, en parte, por los esfuerzos de Ana María O’Neill, y dirigido a desarrollar la filosofía cooperativista a nivel universitario.
O’Neill, entonces, fue catedrática del Instituto y también es reconocida por ser escritora de temas de cooperativismo. Clara Lugo de Sendra participó como promotora de la organización y en el desarrollo de cooperativas de consumo en Puerto Rico; y Mercedes Amalia Marchand, quien también fue profesora del Instituto, promovió la organización de más de 125 cooperativas juveniles en las escuelas públicas.
El movimiento cooperativo se basa en ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad, que son los seis valores comunes, publicados en la Institución de Cooperativismo, adscrita a la Facultad de Ciencias Sociales de la UPR.
Esta institución también publicó que los siete principios comunes por los que se rigen las cooperativas son: membresía abierta y voluntaria; control democrático de los miembros; participación económica de los miembros; autonomía e independencia; educación, formación e información; cooperación entre cooperativas; y compromiso con la comunidad.
Vallés Rivera resaltó que, además de los beneficios contributivos, las ventajas del modelo cooperativo incluyen que el socio funge como dueño de la cooperativa con acciones y que puede pertenecer a la junta de directores para tomar decisiones sobre cómo quiere que la cooperativa se comporte para el beneficio de sus socios.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: