El consumo de alcohol en altas cantidades puede provocar serios problemas de salud
Sandra López (nombre ficticio) todavía recuerda la última noche del 2019. Su esposo, Luis Rivera (nombre ficticio), y ella asistieron a una cena en casa de Brenda –hermana de Luis– para esperar juntos la llegada del 2020.
“Nuestros hijos estaban seguros en casa de mi suegra, y mi cuñada estaba muy entusiasmada con Ernesto (nombre ficticio), su nueva pareja”, rememoró la dama. Luis y Ernesto tuvieron una buena conexión y comenzaron a “disfrutar la noche”, consumiendo alcohol de una manera alarmante. Durante la fiesta, Ernesto fue transformando su carácter y, antes de que se despidiera el año, ya estaba completamente borracho. “Fue horrible para todos y peor para Brenda, porque nunca lo había visto así”, admitió Sandra.
La situación terminó con una llamada a los paramédicos, que tuvieron que llevar a Ernesto a una sala de emergencias para hidratarlo y controlar los vómitos.
¿Qué es la resaca o “hangover”?
La doctora Elba Betancourt Vélez, especialista en medicina interna, explicó que el hangover o resaca se produce por una combinación de factores fisiológicos, como la constitución física y la cantidad de alcohol que una persona pueda tolerar. “La resaca es el conjunto de síntomas que se producen cuando se consume alcohol en exceso, y su intensidad –mayor o menor– cambia de persona a persona”, señaló la especialista.
Durante el proceso de resaca, las personas orinan más y pueden deshidratarse, expuso la doctora. “Hay sensación de sed, mareos, debilidad, y pueden manifestarse otros síntomas como náuseas y vómitos. También afecta la función cerebral, reduciendo la capacidad de concentración y cambios en el estado de ánimo”, señaló Betancourt.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo excesivo de alcohol puede causar “una alta carga de morbilidad y tiene consecuencias sociales y económicas”. Además, señaló la organización, “su consumo… puede perjudicar a otras personas, por ejemplo, a familiares, amigos, compañeros de trabajo y desconocidos”. La organización advierte que puede causar “traumatismos y otros trastornos de salud”, incluyendo accidentes de tránsito, episodios de violencia y hasta suicidios.
La nutricionista Wanda María Curbelo recuerda muy bien a Ernesto porque era su cliente. Antes de las fiestas navideñas, la licenciada en nutrición le había advertido que debía tomarlo con calma durante las celebraciones navideñas.
“Es una de esas personas que suelen tomar sin comer absolutamente nada, ni siquiera agua, porque no quieren perder el espíritu festivo. Esa práctica puede provocar una seria intoxicación que, como en el caso de Ernesto, terminó en una sala de emergencias”, advirtió.
La licenciada Curbelo señaló que, por costumbre, se buscan soluciones caseras para resolver la situación de la persona que ya da señas de tener una intoxicación por alcohol, entre estas: la pérdida de reflejos, alteraciones en la respiración y el ritmo cardíaco, reducción en la atención, visión borrosa e incapacidad para procesar información.
“Son prácticas incorrectas que se han hecho por costumbre, pero que perjudican más a la persona intoxicada”, dijo Curbelo. “Le dan comida o café negro ‘para que se le pase’, pero pueden provocar más daño que bien, porque ya el cuerpo se ha saturado de alcohol y necesita desintoxicarse de otra manera”, aclaró Curbelo. “El problema ocurre tanto si la persona consume mucha comida o, como en este caso, si toma sin pausa y llega a un nivel de saturación mucho mayor de lo que el hígado puede procesar”, explicó.
Tanto Betancourt como Curbelo concurrieron en que las peores emergencias pudieran ocurrir cuando la persona intoxicada se convierte en una amenaza para terceros por su comportamiento errático.
“Por costumbre –y hasta por la cultura, que se comenta en las canciones de la temporada– la persona ‘borracha’ parece graciosa y, de hecho, eso ocurre porque pierde las inhibiciones”, dijo Curbelo. La doctora Betancourt respaldó el planteamiento de la experta en nutrición. “Empiezan la fiesta bien contentos y luego les da un bajón o, en algunos casos, pueden tornarse violentos, ansiosos o irritables”, sostuvo.
Otro asunto ocurre cuando la persona sufre un bajón de azúcar –hipoglucemia– porque el exceso de alcohol baja el azúcar. “También se afecta la calidad del sueño: la persona se despierta muchas veces y no llega a completar las etapas adecuadas de su descanso para que pueda reponerse”, agregó Betancourt. “Igualmente, la persona puede dar muestras de una gastritis, producto de la irritación que el exceso de alcohol produce en el organismo”, añadió la médica.
Si los síntomas persisten, la emergencia pudiera trascender a una hospitalización, algo que –por suerte– no le ocurrió a Ernesto. “Gracias a mi esposo, que se mantuvo muy alerta al comportamiento del caballero, se pudo contener a tiempo, pero me imagino que, si seguía en la misma situación, podía haber sido mucho más grave”, admitió.
Para Curbelo, un aspecto importante es el control del alcohol, dejando pasar una hora entre un trago y otro. “Para evitar los efectos dañinos del alcohol, es lo más recomendable. Ya cuando la persona ‘se va’ –es decir, pierde sus capacidades normales e incluso atenta contra otros, ya eso es una emergencia y requiere intervención médica inmediata”, dijo la nutricionista.
Por su parte, Betancourt insistió en la moderación: dos tragos para un hombre y uno para una mujer son más que suficientes para disfrutar de las fiestas sin excesos. “Es posible disfrutar, pero mantenerse en control”, reiteró Betancourt.
Para Sandra López fue una gran lección que todos aprendieron de la peor manera. “Desde ese momento en adelante, decidimos que el Año Nuevo se pasa en familia, y nos vigilamos los unos a los otros para que un incidente como ese no se repita”, concluyó.
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