DDEC evalúa el impacto fıscal de los estímulos para impulsar ajustes estratégicos y fortalecer las apuestas de desarrollo económico para la isla
DDEC evalúa el impacto fıscal de los estímulos para impulsar ajustes estratégicos y fortalecer las apuestas de desarrollo económico para la isla
Conocer el desempeño de los sectores incentivados desde una perspectiva fiscal fue el propósito principal con que el Departamento de Desarrollo Económico y Comercio (DDEC) comisionó un estudio en vías de analizar la rentabilidad de los programas de incentivos establecidos en la Ley 60 de 2019.
Esto con el objetivo de elaborar unas guías que permitan a las futuras administraciones gubernamentales priorizar la otorgación de créditos contributivos en áreas que representan mayores oportunidades de elevar el nivel de competitividad de la isla ante el mundo, además de aumentar la productividad de otros sectores.
De acuerdo con el secretario del DDEC, Manuel Cidre Miranda, “el objetivo de este estudio es conocer la estructura de incentivos en toda su esencia porque, a pesar de que contamos con una ley de incentivos de vanguardia, necesitábamos conocer el impacto de cada uno de los incentivos y cada uno de los sectores, para plantearnos la pregunta de ¿qué incentivos debemos parar, continuar o expandir, basado en datos reales?”.
“Esto nos permitirá enfocarnos en aquellas áreas donde realmente queremos desarrollar y entender en cuáles otras hay espacio para mejorar y/o cambiar la política pública”, agregó.
Uno de los aspectos primordiales del estudio, según Cidre, es que les permitió comprender, entre otras métricas, el retorno de inversión en los diversos renglones, entre estos, agricultura, manufactura, turismo y exportación de servicios. “Este elemento, en muchos casos, valida la política pública y en otros nos reta a mirar la política pública y atemperarla a los tiempos y a lo que los datos nos dicen”.
Al analizar el retorno de inversión en sectores como la agricultura, el secretario destacó que “aunque es un retorno de inversión negativo, nos lleva a analizar cómo transformamos el sector de la agricultura en uno de valor agregado”.
“No es lo mismo una cuerda de terreno sembrada de plátano que una cuerda de terreno sembrada de plátano convertida en productos agregados de tostones, arañitas o mofongo, por ejemplo. El valor automáticamente de esa actividad mejora sustancialmente, y lo vemos en el desempeño de sectores como la manufactura de alimentos”, expuso.
Igualmente, mencionó el sector de la manufactura local, cuyo retorno de inversión es de 5 %. “Comparado con 50 % de una industria de manufactura extranjera, 5 % es un retorno moderado, pero continuamos invirtiendo para crecer ese sector e impulsar su inserción en el desarrollo de productos de mayor valor agregado y mayor exportación para que el mercado de estos pequeños y medianos comerciantes no solamente se valga de Puerto Rico, sino que vea al mundo entero como su mercado absoluto”, reveló.
Asimismo, explicó que en el renglón de la manufactura foránea, “Con un ROI positivo debemos buscar mantener el grado de inversión en este sector, con miras a que no sea solo manufactura de propiedad intelectual foránea, sino que también logremos crear la propiedad intelectual local”.
Por su parte, el subsecretario del DDEC, Humberto Mercader, recordó que “es indispensable tener políticas públicas de incentivos que le permitan a Puerto Rico tener un ofrecimiento atractivo para que podamos estar de tú a tú con las jurisdicciones que más inversión atraen”.
Según Mercader, “las leyes que rigen los incentivos, como es la Ley 60, se hacen en momentos históricos, que luego requieren revisión y análisis para asegurar que se mantienen vigentes con los tiempos. En ese sentido, este ejercicio, más allá de medir impacto fiscal, nos da una dirección de hacia dónde debemos ir. Por un lado, nos dice que la manufactura sigue siendo un pilar que debemos defender y, por otro lado, nos dice que los sectores de servicios están creciendo aceleradamente, y son el futuro. Además, nos dice que, en áreas como el turismo, hay espacio para mejorar aún más su desempeño y se puede hacer mediante procesos de evaluación más rigurosos, y balancear los créditos otorgados, de manera que sea proporcional al impacto en la economía”.
Cidre admitió que “el DDEC tiene que trabajar de forma bien eficiente en la competitividad, que ya no es la misma de antes que se circunscribía a costo y mano de obra barata”.
Hoy, la competitividad de un país recae en una oferta completa que haga atractivo operar en dicha jurisdicción, más allá de simplemente incentivos. Esto incluye una fuerza laboral adiestrada en las destrezas del siglo XXI y una conectividad de logística, entre otras cosas. En esto es que el DDEC se ha enfocado en los últimos años”, resaltó Mercader.
El subsecretario expuso que entre las áreas a fortalecer está la exportación de servicios, en la que se incluyen aspectos como servicios de ingeniería, servicios financieros, de tecnología y de consultoría, entre otros. “Hemos visto en el estudio que se duplica la cantidad de empleos en apenas tres años, en las compañías incentivadas bajo lo que antes era la Ley 20, hoy día exportación dentro de la Ley 60. Son empleos muy bien remunerados. Es un área que debemos continuar promoviendo”, afirmó.
Cidre recalcó que este tipo de estudios es una herramienta crítica tanto para validar las áreas de mejor desempeño como para identificar aquellos sectores menos rentables y determinar si deben ser transformados para incentivar esas actividades. Estos análisis son un barómetro valioso para las administraciones futuras.
La autora es periodista colaboradora de Suplementos.
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