¿Te quedaste estudiando hasta tarde o te amaneciste en una fiesta? Es posible que mientras realizas las tareas diurnas sientas necesidad de dormir y te cueste hacerlas.
El problema surge cuando la somnolencia no es ocasional. “Las causas persistentes son las que nos preocupan”, mencionó el neumólogo y especialista en sueño, doctor Jesús Casal. “La población moderna tiende a dormir menos; entre 5.5 a 6.5 horas”, comentó el especialista, quien agregó que, mientras en 1950 se dormía un promedio de 7.5 a 8 horas diarias, en 2020 solo se alcanzaban las seis horas.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), la mayoría de las personas adultas necesita entre siete y ocho horas de sueño por noche.
Por su parte, el informe publicado por el Centro Nacional de Estadísticas de Salud de los CDC, señala que para ese año el 14.5 % de las personas adultas tuvo problemas para conciliar el sueño la mayoría de los días o todos los días en los últimos 30 días, que las mujeres eran más propensas a tener problemas para conciliar el sueño que los hombres, y que el porcentaje de personas adultas que tuvo problemas para conciliar el sueño la mayoría de los días o todos los días en los últimos 30 días disminuyó con el aumento de los ingresos familiares.
Esa dificultad para conciliar el sueño durante la noche puede ocasionar hipersomnolencia o la sensación de sueño durante el día.
“Cuando la persona llega con esa queja [de hipersomnolencia], tenemos que descartar causas”, expuso el director médico del Centro de Desórdenes del Sueño del Hospital Auxilio Mutuo. “Puede ser sueño insuficiente, por lo que le orientamos sobre la higiene del sueño”, afirmó.
Sin embargo, cuando la persona presenta manifestaciones de enfermedad como reflujo, dolor de cabeza al despertar, roncar y levantarse por la noche a orinar, es necesario identificar si se trata de una afección como la apnea del sueño. De acuerdo con el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre (NHLBI, por sus siglas en inglés), se trata de una afección en la que la respiración se detiene y se reinicia muchas veces durante el sueño.
Otra señal de alerta, según el doctor Casal, es la presencia de fatiga, que puede ser un síntoma de enfermedad cardiovascular o pulmonar.
“Se ha observado que la hipertensión, los accidentes cerebrovasculares, las enfermedades coronarias y los latidos irregulares del corazón (arritmias cardiacas) son más frecuentes entre las personas con trastornos del sueño que sus pares sin anomalías del sueño”, declaran los CDC.
Así, no dormir bien, tanto en cantidad como en calidad, ha sido asociado con el desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, de modo que los trastornos del sueño son considerados un problema de salud pública. Por esta razón, es importante hacer un diagnóstico a tiempo.
Un efecto del sueño insuficiente e inadecuado es la pérdida de memoria. “Las personas que tienen un sueño más interrumpido entre los 30 y los 40 años pueden ser más propensas a tener problemas de memoria y de pensamiento una década más tarde”, informó el pasado enero la Academia Americana de Neurología (AAN, por sus siglas en inglés) sobre una investigación publicada en su revista médica. “El estudio no prueba que la calidad del sueño provoque un deterioro cognitivo. Solo muestra una asociación”, declaró la AAN.
En cuanto a la apnea del sueño, el entrevistado habló sobre la máquina de presión positiva continua en las vías respiratorias o CPAP. Este dispositivo suministra un flujo de aire constante que mantiene abiertas las vías respiratorias mientras duermes.
“Hay una población pediátrica con apnea. Lo achacamos a problemas de ansiedad o hiperactividad, pero, muchas veces, lo que tenemos que hacer es fijarnos cómo duermen y llevarles a un especialista del sueño”, apuntó el doctor Casal.
Con relación a la higiene del sueño, el médico dijo: “Su cuarto y su cama son un santuario”. Así, recomendó:
Asimismo, el NHLBI aconseja que:
Si tienes hipersomnolencia, visita a un especialista del sueño para identificar las causas y hacer un diagnóstico correcto.
La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.
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