

La espera de un bebé, aunque llena de ilusión, también puede generar diversas emociones en la mujer embarazada, entre ellas la ansiedad, producto de las preocupaciones que surgen mientras se prepara para recibir al nuevo miembro de la familia.
En la actualidad, muchas de estas inquietudes se centran en el proceso del parto y en la disponibilidad de servicios profesionales adecuados para el cuidado prenatal, lo cual puede incrementar la incertidumbre de las gestantes.
El doctor William Ramírez Cacho, obstetra, ginecólogo, perinatólogo y director de Obstetricia y Ginecología del Grupo Hospitalario Manatí, Mayagüez y Bayamón Medical Center, explicó que “los temores durante el embarazo han ido evolucionando con el tiempo”.
A continuación, el especialista Ramírez Cacho detalla cinco preocupaciones frecuentes que el personal médico identifica en las pacientes durante el embarazo:
“El temor más común, universal y que no ha cambiado con los años es si el bebé está bien”, afirmó el doctor Ramírez Cacho.
No obstante, tranquilizó al señalar que “estadísticamente, cuando un embarazo se diagnostica como bien implantado y progresa de forma adecuada, las probabilidades de que el bebé nazca sano son muy altas”.
Aun así, reconoció que pueden presentarse complicaciones inesperadas, especialmente si la madre tiene enfermedades de alto riesgo o si se detectan anomalías genéticas o malformaciones congénitas en el feto. Por ello, enfatizó la importancia de elegir un centro hospitalario con los recursos necesarios: unidad de cuidado intensivo neonatal, especialistas pediátricos, cirujanos pediátricos y un equipo de obstetricia preparado.
Los cambios en los sistemas de salud, tanto en Estados Unidos como en Puerto Rico, han generado incertidumbre entre muchas embarazadas sobre si lograrán conseguir atención prenatal oportuna y especializada.
“Este temor se agrava cuando hay padecimientos de alto riesgo, como obesidad, hipertensión, diabetes o antecedentes de cesáreas”, explicó el especialista.
Aunque reconoció que, en algunos casos, puede ser un reto, subrayó que existen recursos disponibles: “No es que no haya opciones, es cuestión de buscar e informarse bien”.
Este temor, señaló el ginecólogo, está estrechamente relacionado con la disponibilidad de un obstetra. “El hospital al que acude la paciente debe contar con los recursos adecuados y estar alineado con el nivel de atención que necesita”, sostuvo.
Existen obstetras con experiencia en manejar embarazos de alto riesgo que trabajan en hospitales con infraestructura más completa, mientras que otros profesionales prefieren referir estos casos a colegas especializados. Ramírez Cacho resaltó la importancia de la colaboración entre médicos para asegurar una atención adecuada según las necesidades y ubicación de la paciente.
Muchas mujeres temen ser sometidas a una cesárea sin una indicación médica real. Ante esto, el doctor recomendó investigar sobre las normas y los protocolos establecidos por la institución hospitalaria donde dará a luz.
Para Ramírez Cacho, la paciente debe evaluar el hospital donde tendrá el parto, especialmente los parámetros y las métricas “que las agencias acreditadoras de hospitales exigen”, entre estas, el Departamento de Salud y la Joint Commission, entre otras.
“Es importante conocer cómo está la incidencia de cesáreas en ese hospital y cómo patrocina, o si fomenta o no la llamada Hard Stop Policy”, dijo. Esta política regula las inducciones efectivas antes de las 39 semanas de gestación.
Agregó que estos datos pueden orientar a la futura madre en la elección de su médico y centro hospitalario. “Pueden preguntar cuál es la tasa de cesáreas primarias. Este dato le va a decir si en ese hospital han implantado esta política y si existen protocolos a través de los cuales se supervisen los patrones de práctica de los obstetras, incluyendo las cesáreas primarias y totales”, destacó.
Esa información es pública. “Le pueden preguntar a su médico cuál es la incidencia de cesáreas primarias. Con esas métricas, una paciente puede dejar ese temor”, recomendó.
Este es otro de los miedos recurrentes en las embarazadas, especialmente cuando se considera inducir el parto antes de las 39 semanas sin una razón médica válida.
“El porcentaje de inducciones electivas antes de las 39 semanas debe mantenerse en menos del 5 % del total de partos”, detalló el experto. Evaluar el patrón de práctica del médico y del hospital permite a la paciente estar más tranquila, con la certeza de que la inducción se hará por motivos médicos bien justificados.
La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.
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