La batalla contra los diferentes tipos de leucemia es ardua, pero no insuperable: infórmate
La batalla contra los diferentes tipos de leucemia es ardua, pero no insuperable: infórmate
Cada septiembre, el mes de concienciación sobre el cáncer de la sangre nos recuerda la importancia de promover el diagnóstico temprano y el acceso a los tratamientos adecuados.
De acuerdo con MedlinePlus —la biblioteca médica más grande del mundo y parte de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos— se conoce como leucemia al cáncer de las células sanguíneas.
Cuando se padece leucemia, explica MedlinePlus, la médula ósea produce una gran cantidad de células anormales, afectando con mayor frecuencia a los glóbulos blancos. Estas células anormales se acumulan en la médula ósea y en la sangre, desplazando a las células sanas y dificultando que las células sanguíneas realicen su trabajo de manera adecuada.
La leucemia es una enfermedad compleja que, según el Instituto Nacional del Cáncer —el principal organismo del gobierno federal de investigación y capacitación sobre el cáncer— puede clasificarse en aguda o crónica, dependiendo de la velocidad con la que se desarrollan las células anormales. También se clasifica en mieloide o linfocítica, dependiendo del tipo de células sanguíneas que se vean afectadas. En los casos agudos, la enfermedad avanza rápidamente, mientras que en las formas crónicas, el avance es más lento, lo que permite un mayor margen de tratamiento a largo plazo.
Mayo Clinic —la mayor práctica médica integrada, grupal y sin fines de lucro en el mundo— enumera los siguientes factores que pueden aumentar los riesgos de manifestar algunos tipos de leucemia:
MedlinePlus informa que los síntomas más frecuentes incluyen sensación de cansancio, fiebre o sudores nocturnos, aparición fácil de moretones o sangrado, pérdida de peso o de apetito y petequias (pequeños puntos rojos debajo de la piel causados por sangrado).
Por su parte, Mayo Clinic incluye, además, las infecciones frecuentes o graves, ganglios linfáticos inflamados, agrandamiento del hígado o del bazo, sangrados nasales recurrentes, hiperhidrosis, sobre todo por la noche y dolor o sensibilidad en los huesos, como síntomas adicionales a observar.
El diagnóstico temprano de la leucemia es fundamental para un tratamiento efectivo. Este proceso puede incluir un examen físico, la historia clínica del paciente, análisis de sangre, y pruebas de médula ósea, como la aspiración y la biopsia de médula ósea. También se pueden realizar pruebas genéticas.
Una vez hecho el diagnóstico, pueden ser necesarias pruebas adicionales para determinar si el cáncer se ha diseminado. Estas pruebas incluyen estudios por imágenes y una punción lumbar, que consiste en recolectar y analizar el líquido cefalorraquídeo.
Los tratamientos para la leucemia dependen del tipo de leucemia, la gravedad, la edad del paciente, su salud general y otros factores. Entre las opciones de tratamiento se incluyen quimioterapia, radioterapia, quimioterapia con trasplante de células madre y terapia dirigida.
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