La coach y terapeuta educativa, Milagros de Lourdes Vergara Guerra, explica las ventajas que tiene asistir a la escuela en la salud integral de los estudiantes
La coach y terapeuta educativa, Milagros de Lourdes Vergara Guerra, explica las ventajas que tiene asistir a la escuela en la salud integral de los estudiantes
El regreso a clase se asoma en pocas semanas y, para muchos, esto representa un cambio drástico en el proceso de enseñanza, el cual estuvo limitado a los confines de los hogares durante el período más crítico de la pandemia por el COVID-19.
Para la coach y terapeuta educativa Milagros de Lourdes Vergara Guerra, las escuelas tienen una inmensa tarea por delante en modificar sus ejes de enseñanza de manera balanceada, que priorice tanto los currículos sustantivos como las destrezas de socialización.
Según la terapeuta con cerca de 15 años de experiencia orientando a estudiantes de todas las edades y títulos educativos, una de las grandes ventajas de la terapia educativa es que permite mirar los modelos actuales de enseñanza de otro ángulo, con un ojo crítico sobre las áreas de oportunidad y las fortalezas sistémicas para “ofrecer herramientas tanto a las instituciones y los educadores, [como] a los estudiantes de manera individual y a las familias”, señaló. Para Vergara, existe una generación entera que, ante la crisis social y de salud pública producida por el COVID-19, aún no ha sanado los lapsos sufridos por la falta de socialización, en una etapa crítica de su formación y desarrollo. A estos efectos, existen múltiples retos que deben abordarse desde el manejo y reconocimiento de la salud emocional de los estudiantes, pues, de “vivir en un encierro, de momento estamos presencial… pero, muchos no estaban alambrados a trabajar de modo presencial, muchos ya habían normalizado la distancia como única alternativa de educación”, afirmó la consejera.
“Cuando miramos a las escuelas, necesitamos identificar qué es lo que hay dentro de ese ambiente de aprendizaje que pueda responder a las necesidades que tenga cada individuo y hay que analizar que cada uno, a pesar de las diferencias, tenemos una computadora (cerebro) completamente social”, añadió.
Por otro lado, Vergara recalcó que el aprendizaje se transporta fuera de los salones de clase, insertándose en los hogares y respondiendo a los estímulos a los cuales se exponen por vía de los padres o personas cuidadoras. “Hay que insertarse emocionalmente en la vida de los estudiantes (como padres o cuidadores), la responsabilidad no debe recaer únicamente en las instituciones”, opinó, compartiendo su experiencia como madre y educadora de un sistema de enseñanza domiciliario o homeschool, bajo el cual educó a sus hijos. La terapeuta recordó su experiencia como una “sumamente retante”, más vivía consciente de la necesidad de exponer a sus hijos a actividades y espacios donde podían desempeñarse socialmente con distintas personas de trasfondos e intereses variados.
“Los niños necesitan espacios de aprendizaje donde puedan recibir las ventajas de un crecimiento social y emocional en todos los niveles… Una cosa es operar un aparato electrónico; otra es depender de ese aparato”, expresó Vergara respecto a la necesidad de procurar espacios para atenuar el impacto del aislamiento en las plataformas de enseñanza. Según su experiencia ofreciendo sus servicios de manera virtual, la coach narró que tanto el aprovechamiento de sus estudiantes como la calidad del servicio se veía impactada por los retos que acompañan conectar y establecer espacios de diálogos honestos de manera remota. “Pasé por los mismos problemas que comunicaron tantos educadores durante la pandemia: falta de motivación, dificultades en mantener la participación y la concentración de los estudiantes y esto fue sumamente retante… y entendí cuán importante era la empatía en estos procesos”, comunicó.
Por último, debido a que dedica su práctica a brindar servicios para navegar desfases en el proceso de desempeño social entre niños y personas jóvenes en espacios de compartir colectivos, existe una urgencia latente de abordar con seriedad las estrategias institucionales para preservar el bienestar mental y emocional de los alumnos. Según Vergara, la responsabilidad se extiende de lanzar a los estudiantes a espacios sociales y obligarlos a que interactúen, sino que requiere una atención individual y minuciosa para explorar las técnicas exitosas y las que precisan cambios. Pues, “cada estudiante es diferente y, si no se atiende de manera integral, seguiremos viendo los mismos problemas”, puntualizó la terapeuta.
La autora es periodista colaboradora de Suplementos.
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