Estar vigilantes a los cambios de comportamiento de los hijos, permite una intervención temprana
Estar vigilantes a los cambios de comportamiento de los hijos, permite una intervención temprana
Observación: esa es la clave para los padres, cuidadores, maestros y personas que están en contacto con los niños y adolescentes, según la psicóloga clínica y pasada presidenta de la Asociación de Psicología de Puerto Rico, la doctora Patricia Landers Santiago.
¿Qué van a observar? Los cambios. “Vamos a observar cambios en el estado de ánimo: de momento estaba alegre y hay un cambio significativo donde se vuelve triste, se aísla, se encierra en su habitación, está de mal humor o muy sensible”, especificó la doctora.
“Es importante que sepamos que ese cambio de conducta, la mayoría de las veces, por no decir siempre, es un grito de ayuda. No tiene que ser algo severo, pero existe alguna preocupación que puede ser, desde lo más simple, hasta algo más complejo”, dijo.
Dentro de los cambios que necesitan observar están los patrones de alimentación. “Estamos viendo mucho en la niñez tardía y en la adolescencia, a menores preocupados por su figura y que hacen retos”, advirtió.
Asimismo, los patrones de sueño son alertas que hay que observar, si aumentan o disminuyen; al igual que los pensamientos o expresiones de desesperanza, muerte o deseos de dejar de vivir.
Además, es esencial, que exista una buena comunicación entre los miembros de la familia, ya que pueden ocurrir cambios que sean identificados de manera aislada por papá, mamá, maestro o cuidador, pero, al combinarse, pueden ser algo más grave que una simple observación.
Entre las recomendaciones que ofreció Landers está el ser proactivos manteniendo la comunicación con el niño o adolescente. “Preguntar, cómo te sientes, qué está pasando en la escuela, qué fue lo más que te gustó de este día. Tenemos que dialogar y estar pendientes a lo que está pasando en las redes, a los retos, con quién se comunica, qué redes sociales está utilizando”, enfatizó.
En el caso de la adolescencia, que es el periodo de más cambios físicos y sociales, en donde se cuestionan quiénes son sus amigos, cuáles son sus causas, también está el asunto de si saben cómo manejar o asumir los cambios que atraviesan.
“Los padres tienen que estar pendientes para saber si están teniendo problemas para asimilarlos. Ellos (los adolescentes), tienden a pensar que nadie ha pasado por eso o que no los entienden, por tal razón, la comunicación en esa etapa es bien importante. Más que dirigir y recomendar es escuchar, permitir que ventilen y validarlos. Validar no es otra cosa que decir: “te entiendo, eso está brutal, yo pasé por eso”. Evitar ir con la tendencia de ofrecer soluciones rápido y expresiones como, “eso no es nada”, “eso le pasa a todo el mundo”, porque, para ese adolescente, puede representar algo importante. Hay que entender y darle ese espacio”, exhortó.
Además, en la niñez y la adolescencia, muchas veces no saben expresar que están tristes, tienen coraje o frustración, sino que dependen de que los adultos que los rodean se den cuenta de esos cambios y de que están manejando las cosas distintas. Por ejemplo, muy agresivo en sus respuestas, irritabilidad excesiva, aislamiento social, retraimiento, todas son señales. “Hay que considerar la intensidad y la duración de los síntomas, si es algo pasajero o por un evento (el amigo se mudó, una separación), sé monitorea, porque hay una razón, y se le da un espacio, que le llamamos el periodo de adaptación. Cuando vemos que se prolongan los síntomas, la intensidad aumenta y no encontramos manera de llegar a ese adolescente o niño, es momento de buscar ayuda”, sostuvo la psicóloga.
Por último, la doctora destacó lo importante de ser pacientes y evitar la tendencia de los padres y cuidadores a evitar que los menores pasen por vicisitudes; a veces, esas experiencias forman el carácter. “Hay que darles la oportunidad, proveerles herramientas para el manejo de problemas, de estrés y la resolución de situaciones, esa es la manera en que aprenden a enfrentar los obstáculos, porque no siempre los vamos a poder proteger”.
La intervención temprana es muy efectiva, porque el tratamiento es mejor en las primeras etapas. La doctora expresó que buscar ayuda nunca es una mala opción y que el adulto puede ir a consultar y el profesional de la salud mental hace una impresión y sugerencias en las que decide si les da estrategias o va a intervenir directamente con el niño.
La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.
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