Mucho se habla de la violencia en la intimidad de una pareja, pero poco sobre las consecuencias en la salud mental y física de la familia, los hijos y los cuidadores
Mucho se habla de la violencia en la intimidad de una pareja, pero poco sobre las consecuencias en la salud mental y física de la familia, los hijos y los cuidadores
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés), la persona sobreviviente de violencia doméstica está a mayor riesgo de desarrollar situaciones de salud mental como depresión, síntomas de estrés postraumático (PTSD, en inglés) y es más propensa a utilizar de forma excesiva el alcohol y los cigarrillos, así como a involucrarse en actividades sexuales de alto riesgo.
También puede tener un impacto negativo en la salud física y causar mayor riesgo de eventos cardíacos, del sistema digestivo, infertilidad y afectar al sistema nervioso y muscular, entre otras condiciones que pueden tornarse crónicas.
Según la Academia Americana de Psiquiatría de Niños y Adolescentes (AACAP, en inglés), unos 10 millones de niños y adolescentes en Estados Unidos son testigos de la violencia entre sus padres o cuidadores todos los años. Esta violencia puede ser verbal, física, sexual o psicológica.
Los niños y los adolescentes pueden desarrollar graves problemas emocionales y de comportamiento cuando experimentan o son testigos de la violencia. En muchas ocasiones, no reciben la ayuda emocional que necesitan a tiempo.
Los adolescentes, por ejemplo, pueden incurrir en prácticas como el ausentismo escolar, mostrar comportamiento desafiante y rebelde, tener malas notas, retraerse socialmente, y desarrollar depresión, ansiedad, usar alcohol o sustancias, y perderel interés en la escuela y en las cosas que anteriormente disfrutaban.
Los jóvenes expuestos a violencia en el hogar se pueden beneficiar de una evaluación por un profesional de la salud mental. Hay alternativas de tratamiento como terapias individuales, grupales o familiares, así como medicamentos, cuando sean necesarios. En ocasiones, es necesario alertar a las autoridades y buscar la seguridad del menor antes de iniciar algún tratamiento.
También existen programas de prevención de violencia para educar a los jóvenes sobre buenas prácticas en el noviazgo, o relaciones de pareja durante la adolescencia. Se ha demostrado que un desarrollo emocional saludable ayuda a prevenir situaciones adversas, incluyendo la violencia en parejas jóvenes y que con educación se pueden prevenir conductas negativas.
Desafortunadamente, a veces las víctimas se identifican con el agresor o se sienten culpables. Esto puede hacer que se les haga más difícil hablar de sus circunstancias y emociones. La culpa, la vergüenza o el estigma pueden interponerse en el camino hacia la búsqueda de ayuda profesional en salud mental. Por esto es tan importante aumentar el acceso a servicios y proveer espacios para empoderar a las víctimas.
En Estados Unidos, una de cada cuatro mujeres ha sido víctima de violencia doméstica. Más de 43 millones de féminas reportan haber sufrido una agresión psicológica por parte de una pareja íntima en el trayecto de su vida, según los CDC. Prevenir la violencia es una responsabilidad que nos toca a todos y necesita la implementación de programas de múltiples sectores de nuestra sociedad.
A continuación, algunas estrategias para prevenir la violencia en la familia, según recomendaciones de los CDC (manual “Prevención de la Violencia en la Pareja Íntima a lo Largo de la Vida”).
Hay que recordar que, la violencia, en muchas ocasiones, se convierte en un ciclo. Es menester implantar un plan de manejo para todos en el hogar. El plan debe incluir identificar un lugar seguro hacia dónde moverse con amigos o familiares, transportación, apoyo financiero y otras consideraciones. También se deben evaluar las alternativas de albergues para víctimas de violencia de género que existen en Puerto Rico.
Según los CDC, uno de cada 10 hombres en Estados Unidos ha experimentado violencia sexual por contacto, violencia física u acoso a través de su vida. La mayoría de los casos de victimización entre varones ocurren antes de los 25 años y muchas víctimas dijeron haber experimentado este tipo de violencia, por primera vez, antes de los 18 años, de acuerdo con los CDC. Igualmente, informaron haber tenido preocupación por su seguridad, miedo y síntomas de estrés postraumático. Es importante brindar mayor acceso a las víctimas de violencia en hombres que, en ocasiones, tienden a callar por la vergüenza y estereotipos.
También es importante reconocer factores de riesgo para la violencia y buscar ayuda de un profesional de salud mental. Algunos factores de riesgo para la violencia de género incluyen: conducta agresiva en el pasado, uso de alcohol o sustancias, deficiencia en destrezas de resolución de conflictos, pobre control de impulsos, desempleo o problemas económicos, deseo de tener control o poder en una relación, dependencia emocional y actitudes de celos o posesivas con la pareja.
Fuentes:
El autor es “Board Certified” en psiquiatría general y psiquiatría de niños y adolescentes. Es miembro de la facultad médica del Sistema San Juan Capestrano. También labora con diferentes poblaciones, incluyendo adultos mayores. Llama al 787-760-0222, accede a sanjuancapestrano.com o síguelos en sus redes sociales.
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