Actualmente, unas 22 jurisdicciones de los Estados Unidos reflejan casos sospechosos y, al cierre de esta edición, Puerto Rico ya cuenta con un caso
Actualmente, unas 22 jurisdicciones de los Estados Unidos reflejan casos sospechosos y, al cierre de esta edición, Puerto Rico ya cuenta con un caso
Existe una vigilancia mundial por la aparición de cientos de casos de hepatitis aguda de origen desconocido en pacientes pediátricos. Desde el mes de abril, esta condición está siendo objeto de análisis por parte de las principales organizaciones de salud del mundo y, hasta el momento, se han confirmado 228 casos, 90% de estos han requerido hospitalización y ya suman 5 los menores que han fallecido por esta condición.
Actualmente, unas 22 jurisdicciones de los Estados Unidos reflejan casos sospechosos y, al cierre de esta edición, Puerto Rico ya cuenta con un caso de una paciente de dos años bajo investigación de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés).
Hasta la fecha, la ciencia apunta a que esta condición pudiera tener relación con una cepa de adenovirus, pero esto aún no ha sido confirmado.
El pediatra Víctor Ramos Otero catalogó esta enfermedad que provoca la inflamación del hígado, como una “muy grave”, la cual se ha comprobado que no se debe a virus habituales de la hepatitis.
“La hepatitis, por definición, es que suban las enzimas del hígado por alguna razón. Eso lo hacen múltiples virus y bacterias. Está el virus de la hepatitis, pero otros virus que suben las enzimas del hígado incluyen el dengue, chikungunya, zika, influenza y hasta el mismo COVID-19. En bacteria, tenemos la leptospirosis y hay otras”, expuso el presidente saliente del Colegio de Médicos y Cirujanos de Puerto Rico (CMCPR).
Los pacientes con hepatitis aguda presentan síntomas como: dolor abdominal, vómitos, diarrea, color amarillento de la piel y los ojos, y las mucosas y enzimas hepáticas elevadas.
En gran parte de los casos identificados, se ha podido constatar la presencia del adenovirus 41 que puede causar síntomas respiratorios, vómitos o diarrea. Aunque la familia de los adenovirus incluye más de 50 tipos diferentes que suelen causar enfermedad leve en niños sanos, en este caso, el adenovirus número 41 se analiza como una de las posibles causas para esta enfermedad. Sin embargo, existen aspectos que no coinciden con los síntomas particulares de este virus, por lo que se investiga si pudiera tratarse de una mutación.
“Los adenovirus suelen ser una familia de virus que dan síndromes catarrales o bronquiolitis en los nenes chiquitos. No síntomas gastrointestinales. Aunque algunos adenovirus como el 41 daban síntomas gastrointestinales, pero no daban en el hígado, así que se está averiguando si hay alguna mutación, algún tipo de adenovirus o por qué tiende esta afección singular ir al hígado, lo que no hacía antes”, detalló Ramos Otero.
Otro aspecto bajo investigación es que el adenovirus 41 suele atacar a niños inmunocomprometidos, sin embargo, los casos de pacientes que han presentado esta enfermedad son niños sanos, en su mayoría. Esto, según el pediatra, pudiera abonar a la idea de que se trata de un nuevo adenovirus 41 o que se han dado ciertos cambios en el sistema inmunológico de los menores.
“Se está viendo si hay alguna mutación. También están viendo el hecho de que los niños, igual que todo mundo que ha estado en estado de aislamiento, al no tener tanto contacto con la gente, pues ocurre el asunto de que no han adquirido la inmunidad usual. Todo eso se está investigando”, afirmó Ramos, quien, de paso, comentó acerca de las teorías que relacionan la vacuna del COVID-19 con la aparición de esta extraña condición.
“La hepatitis aguda le está dando a niños particularmente menores de seis años y los nenes de 2 a 5 años no estan vacunados. Siendo objetivo, es bien poco probable dado a que la mayoría son niños de seis años o menos, o sea, que la mayoría no están vacunados. Pero, las organizaciones de cada país estudian el efecto a largo plazo de las vacunas y se seguirá estudiando, pero es bien poco probable que tenga que ver”, sostuvo.
Asimismo, la página factcheck.org establece que “no hay indicios de que la vacuna contra el COVID-19 pueda ser la causa” porque, según confirman, muchos de los niños “son demasiado pequeños para siquiera ser elegible para tal vacunación”, establece el portal.
Un aspecto alarmante dentro de esta enfermedad hepática es que un alto porcentaje de pacientes pediátricos llegan a requerir un trasplante de hígado a causa de la condición.
“La mayoría de las veces son casos leves que resuelven solos. Lo dramático es que es el 10% de los pacientes que han tenido esta hepatitis han terminado en trasplante de hígado y eso es un montón, por lo tanto, hay que estar bien pendientes”, advirtió el médico.
Según el doctor, en el caso de esta condición no hay tratamiento determinado, por lo que es necesario establecer la salud del paciente y realizarle análisis que evalúen cualquier complicación adicional que pueda presentar.
“No hay un tratamiento específico, hay que darle su tratamiento de soporte y de adaptación. Hay que tratarle específicamente los síntomas que tenga, bajarle la bilirrubina y, eventualmente, ver si es un candidato a trasplante o no, o si va a bajar solo y no va a requerir trasplante. También evaluar otras cosas: que tengan comorbilidades o que le den situaciones adicionales. Es necesario aislar al niño, hay que hacer todas las pruebas necesarias para determinar la causa, si es adenovirus o cualquier otra etiología, que esté causando la sintomatología”, especificó.
De comprobarse que se trata de un adenovirus, sería similar al que se realiza para el COVID-19, puesto que los adenovirus se transmiten por aire.
El médico también instó a los padres a mantener los cuidados con el uso de mascarilla, lavado de manos y distanciamiento, además de estar alertas ante cualquier sintomatología que presenten sus hijos, en caso de que estas se extiendan por más de 24 horas.
“Un paciente con hepatitis aguda puede tener fiebre, diarrea, dolor abdominal. Ha habido casos que empiezan con síntomas catarrales con picor en los ojos, conjuntivitis, un catarrito y después progresa a la parte gastrointestinal. Entonces, cuando ya está avanzando la condición, tienen los ojos y la piel amarilla, que ya eso implica que la bilirrubina y que los niveles de las enzimas del hígado están bien altos. A ese punto estamos bastante tarde, por eso es importante que los papás acudan temprano al pediatra, si en 24 horas no se le van la fiebre, los vómitos y diarreas al niño”, advirtió el pediatra.
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