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El estrés es un factor que constantemente afecta a los profesionales de ventas, quienes deben completar unas expectativas numéricas para cumplir con su rol de manera efectiva.
Sin embargo, cuando la situación emocional se convierte en ansiedad, disminuyendo el nivel de productividad y aumentando las preocupaciones del día a día en los diversos escenarios que caracterizan a estos expertos de la negociación comercial, es imprescindible detenerse para atender el asunto de manera inmediata.
Según el psicólogo clínico Luis Casiano Guió, “los seres humanos, en nuestras distintas facetas y roles, no estamos exentos de experimentar altos niveles de tensión, estrés y ansiedad en nuestros diferentes escenarios de trabajo”.
“Sabemos, también, cómo los diversos profesionales de ventas tienen muchas exigencias a la hora de [ejecutar] sus roles profesionales y demás, en términos de mercadear los diferentes productos y servicios que ofrecen”, destacó.
“Esos niveles de ansiedad pueden incrementarse aún más, lo cual podría llevar a errores en el trabajo, dificultades en concentración, cambios en el estado de ánimo y quizá más irritabilidad o coraje”, advirtió.
Igualmente, señaló la importancia de diferenciar el estrés de la ansiedad.
“Todos necesitamos una dosis adaptativa de estrés en su justo balance. El estrés es una respuesta a las demandas del medioambiente. Puede ser un estrés que paralice a la persona o puede ser un estrés que impulse a la persona a [ejecutar] las diversas tareas”, explicó.
“La ansiedad es, cuando quizá la demanda del día ha pasado, pero la persona se queda en modo de alerta y está todo el tiempo con preocupaciones recurrentes del día a día, ya sea en su trabajo, familia, económicas o de salud, que le dificultan apagar ese sistema de alerta”, expuso.
Asimismo, resaltó que la ansiedad repercute “en un impacto en el funcionamiento diario de la persona, ya sea en su salud o en su desempeño académico o laboral”.
“Quizá puede ser que, como profesional de ventas, ya no esté alcanzando los números que antes podía alcanzar y entonces comienza a descender. La persona se aísla y sus relaciones interpersonales, ya sea de pareja, familia, amigos, vecinos o compañeros de trabajo, comienzan a afectarse”, lamentó.
“Ahí radica, sobre todo, esa diferencia principal y sabemos que, dentro de la ansiedad, a nivel clínico, hay una sombrilla o un diagrama de diferentes trastornos de ansiedad que, definitivamente, con un profesional de ayuda desde la psicología, la psiquiatría o el trabajo social, se puede atender para ayudar a sobrellevar la situación”, apuntó.
Para combatir la ansiedad, el experto en salud mental recomendó una serie de técnicas que ayudarán en el manejo de sus emociones.
Según el psicólogo clínico, se trata de un breve respiro de 5 a 10 minutos; “un tiempo fuera en el cual puedas retirarte momentáneamente del área, tomar un poco de agua, hablar con algún compañero o amigo de confianza que pueda escucharte y ayudarte a canalizar la situación”.
Conocida también como “respiración diafragmática”, esta técnica consiste en inhalar de manera profunda durante cuatro segundos, “aguantar por otros cuatro segundos y exhalar durante seis segundos, suavemente por la boca, como si estuviésemos soplando a través de un sorbete o haciendo muchas burbujas”.
“El ciclo sería: cuatro, cuatro, seis: Inhalamos cuatro segundos, aguantamos otros cuatro y exhalamos unos seis segundos. Esto lo repetimos por unas 15 o 20 ocasiones”, detalló.
Coloquialmente, se dice que, cuando la persona está en estrés o ansiedad, “tiene el mono trepa’o”. Esta aseveración se refiere a “cómo la tensión; ese cortisol, que es la hormona del estrés, se acumula en nuestros hombros y en el cuello, que sentimos tensos y rígidos”.
“Lo que queremos con este ejercicio es tensar momentáneamente, por unos 20 segundos, esas distintas áreas de nuestro cuerpo y luego soltarlas por otros 20 segundos”, resaltó.
Este ejercicio, según el experto, se hace desde la cabeza hasta la punta de los pies. Por ejemplo, “fruncimos el ceño por unos 20 segundos, aguantamos y luego soltamos. Así lo volvemos a hacer; apretamos por 20 segundos y soltamos por otros 20 [segundos]”.
“El cuello, que es una de las áreas más comúnmente afectadas por el estrés y la ansiedad; podemos elevar los hombros al punto de que tratemos, con los mismos hombros, tocar las orejas, y lo aguantamos y tensamos ahí durante 20 segundos, mientras contamos suavemente. Luego soltamos, bajamos los hombros por otros 20 segundos y notamos la diferencia entre tensión y relajación”, apuntó al insistir en que se debe continuar el ejercicio en otras zonas del cuerpo, incluyendo las piernas.
Esta herramienta consiste en tratar de cambiar los pensamientos que afectan la estabilidad emocional por afirmaciones positivas que “nos ayuden a tener un sentido mayor de autoeficacia, que se refiere a la capacidad que tiene el individuo para hacerle frente a las diferentes demandas del día”.
“Una afirmación positiva útil puede ser: ‘A pesar de que tengo mucho trabajo, yo puedo. He podido en el pasado, puedo con esto ahora y podré hacerlo’. Otra [afirmación] muy útil es simplemente: ‘Estoy aquí; aquí estoy’. Eso ayuda a la persona a tener un sentido de control de su entorno inmediato”, manifestó.
No obstante, cuando el nivel de ansiedad continúa en escalada, será necesario acudir a un profesional de la salud mental para trabajar algunas terapias que le ayuden a manejar el estado emocional y reinsertarse en su rol con mayores bríos.
La periodista es colaboradora de Puerto Rico Saludable.
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