A pesar del alto número de personas que padecen la condición y del alto costo a nivel social, pocos reciben un tratamiento basado en evidencia
A pesar del alto número de personas que padecen la condición y del alto costo a nivel social, pocos reciben un tratamiento basado en evidencia
La obesidad es una enfermedad crónica y compleja en la que hay múltiples factores influyentes en su desarrollo. Una persona se considera en sobrepeso cuando su peso es mayor al peso esperado para su estatura.
El índice de masa corporal (BMI, en inglés) es la herramienta más utilizada para estimar y hacer el cernimiento para sobrepeso y obesidad. El BMI toma en consideración el peso de la persona en kilogramos y la estatura en metros cuadrados, considerándose un BMI normal aquel entre 18.5 y 24.9 kg/m2. Esta medida se relaciona al grado de exceso de tejido graso en el cuerpo. Sabemos que a mayor grasa corporal, mayor es el riesgo de desarrollar complicaciones de salud.
De acuerdo con el National Health and Nutrition Examination Survey, cerca de 1 de cada 3 individuos padece de sobrepeso, y más de 2 de cada 5 adultos tienen obesidad. La prevalencia de obesidad en niños y adolescentes entre las edades de 2 a 19 años también se ha duplicado en las últimas décadas, y Puerto Rico no es la excepción a este incremento.
Dentro de los factores que pueden contribuir al exceso en aumento de peso podemos incluir las alteraciones genéticas, la calidad y cantidad de alimentos consumidos, el nivel de actividad física, el tiempo dedicado a las actividades sedentarias, los hábitos y alteraciones en el patrón de sueño, las condiciones médicas, los medicamentos que una persona utiliza, las prácticas sociales y culturales, el acceso a comidas saludables y el acceso a lugares seguros para estar activos.
Padecer de sobrepeso y obesidad aumenta el riesgo de padecer otras condiciones como diabetes mellitus tipo 2, hipertensión, enfermedad cardíaca, derrames cerebrales, artritis, enfermedad hepática, piedras en la vesícula, algunos tipos de cánceres, y problemas en el sueño y la respiración, entre muchas otras.
A pesar del alto número de personas que padecen la condición y del alto costo a nivel social, pocos reciben un tratamiento basado en evidencia. Aunque sabemos que hacer modificaciones saludables en los estilos de vida es el paso más importante en el tratamiento de la obesidad y del sobrepeso, muchas veces, no es suficiente para llegar a una pérdida de peso significativa en donde logremos revertir los problemas de salud asociados. Más aún, por las mismas alteraciones hormonales que ocurren en nuestro cuerpo, al perder una cantidad de peso sustancial, muchas veces, se dificulta mantener el peso perdido a largo plazo.
Sabemos que el tratamiento médico tiene un rol importante en el manejo de la obesidad. Además de llevar un estilo de vida saludable que incluya una restricción calórica adecuada de la mano de un plan nutricional por un profesional en nutrición, una persona es candidata para recibir tratamiento adyuvante farmacológico para tratar el sobrepeso cuando tiene un BMI sobre 30 kg/m2 o cuando el BMI es mayor a 27 kg/m2 con condiciones asociadas al exceso de grasa y no ha logrado perder por lo menos 5 % de su peso en 3 a 6 meses en un plan de intervención comprensiva.
Los medicamentos para bajar de peso trabajan por distintos mecanismos para ayudar al paciente a regular el apetito y la ingesta energética, de manera que pueda sostener una restricción calórica saludable y crear el déficit energético necesario para que la persona pueda ir perdiendo el peso en exceso. Los medicamentos pudieran ayudar a las personas a comenzar a hacer los cambios necesarios en los hábitos alimentarios y mejorar el nivel de actividad, para iniciar la pérdida de peso en pacientes que necesiten perder peso, como, por ejemplo, para una cirugía ortopédica, para evitar la recurrencia de la obesidad y mantener remisión de condiciones asociadas al exceso de grasa, y en aquellos pacientes que estén experimentado reganancia de peso luego de una cirugía bariátrica.
Lo más importante es que la decisión de comenzar un tratamiento con medicamentos para bajar de peso debe ser individualizada e ir de la mano de un profesional de la salud. Asimismo, debe ser determinada luego de una evaluación cautelosa de los riesgos y beneficios de todas las opciones de tratamiento disponibles en donde se tomen en cuenta las preferencias del paciente, los efectos adversos, las condiciones médicas que padece, los costos y la cubierta de los planes médicos.
Dentro de los medicamentos aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, en inglés) para tratar la obesidad y el sobrepeso, tenemos algunos aprobados a corto plazo y otros para ser usados a largo plazo, es decir en más de tres meses.
Al momento, existen cuatro medicamentos aprobados por la FDA para ser utilizados a corto plazo conocidos como simpaticomiméticos —por ejemplo, la fentermina. Además, tenemos seis medicamentos aprobados a largo plazo por la FDA para bajar de peso. De los medicamentos disponibles, cabe destacar la semaglutida, por el auge que ha tomado y su alta utilización. Aunque la semaglutida —bajo el nombre de marca Ozempic, de la farmacéutica Novo Nordisk— había recibido previamente aprobación para tratar la diabetes mellitus tipo 2 en el año 2017, en junio del 2021, recibió aprobación como un medicamento para tratar la obesidad bajo el nombre de marca Wegovy. Este pertenece a una clase de medicamentos conocidos como análogos de la hormona GLP-1; específicamente Wegovy tiene una semejanza a la molécula natural humana en un 94 %. En los estudios clínicos de Wegovy, más de un 50 % de los pacientes fue capaz de perder un 15 % de su peso. Es importante resaltar que muchas de las condiciones asociadas con la obesidad requieren una pérdida de peso entre 10 a 20 % para llegar a unas metas terapéuticas, por lo que la eficacia de este medicamento representa el primero de una nueva generación de medicamentos para tratar la enfermedad de la obesidad.
Sin duda alguna, con las herramientas nuevas que tenemos a nuestro alcance, debemos tratar de lograr que más personas puedan recibir el tratamiento adecuado basado en eficacia y seguridad. Nuestro norte siempre será un mayor reconocimiento de la obesidad como una enfermedad y no meramente un asunto estético. En la medida en que esto suceda, podremos lograr una mayor cobertura a largo plazo por parte de los planes médicos en la misma manera que se tratan tantas de las condiciones crónicas que conocemos. La evaluación y decisión de cuál es el mejor tratamiento para el paciente debe ser siempre de la mano de un profesional de la salud.
La autora es diplomada de la Junta Americana de Medicina de la Obesidad.
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