Necesitamos que la población vacunada esté entre un 85 y un 90% para lograr el control sobre la pandemia
Necesitamos que la población vacunada esté entre un 85 y un 90% para lograr el control sobre la pandemia
Aún cuando la mayoría de las personas contagiadas con COVID-19 se recuperan y continúan su vida, hay un grupo que, por el grado de severidad que experimentó o por complicaciones con condiciones preexistentes, quedan con daños y complicaciones de salud que pueden ir de pasajeras a permanentes.
“Los pacientes más críticos que estuvieron en ventilación mecánica y lograron ser dados de alta suelen ser los que más secuelas sufren. En su mayoría, son secuelas neuropsiquiátricas y pulmonares”, sostuvo el neumólogo Luis Nieves Garrastegui, presidente de la Liga Especializada en Asma.
Según el pasado presidente de la Sociedad de Neumólogos de Puerto Rico, entre las secuelas neuropsiquiátricas que experimentan se encuentran: tornarse olvidadizos, su cuerpo responde más lentamente y se reduce su nivel cognoscitivo.
La depresión y la necesidad de medicamentos antidepresivos en pacientes posCOVID es una realidad que ven los médicos en cifras importantes y que, aseguran, requerirá de atención a largo plazo.
Dado que este virus es respiratorio es de esperarse que aquellos que vieron su salud y sus vidas comprometidas queden con algún tipo de daño pulmonar. Especialmente, los pacientes que fueron asistidos con ventilación artificial y los que sufrieron pulmonía bilateral pueden quedar con una o más secuelas. La más común es la disnea, que es la falta de aire y sensación de fatiga.
De igual modo, pueden desarrollar asma, sin previamente haberla sufrido, y también enfermedad pulmonar crónica, sin haber sido nunca fumadores. La secuela más severa es la fibrosis pulmonar.
Las condiciones cardiovasculares que más se presentan en pacientes de COVID-19 es fallo cardíaco. Pueden desarrollar o mantener el fallo congestivo cardíaco debido a que el virus ataca el corazón con inflamación que lleva a desarrollar cardiomiopatía.
Otras secuelas que se detectan en pacientes que han sido parte de las astronómicas estadísticas de esta pandemia y que menciona el pasado presidente de la Asociación Puertorriqueña del Pulmón, están las renales. Algunos pacientes en la etapa aguda de la infección presentan insuficiencia renal y continúan con ella.
Afortunadamente, el porciento mayor de los pacientes que sufren COVID-19 se recupera satisfactoriamente, luego de los seis meses, lo que es alentador para el paciente y para los expertos en salud. En cambio, pacientes con predisposiciones pulmonares, generalmente, ven complicados sus padecimientos.
Los pacientes posCOVID que no se habían vacunado antes, deben comenzar el proceso de inmunización a los tres meses, ya que la inmunidad adquirida directamente del virus merma.
Igualmente, aquellos que se habían vacunado deben recibir el refuerzo. La tercera dosis se administra a los tres meses de la segunda en pacientes inmunocomprometidos, para que puedan alcanzar el mismo nivel de inmunidad que las personas sin salud comprometida. La dosis que se les administre debe ser la misma a las dos anteriores. Mientras que el refuerzo o booster se administra a los seis meses de la segunda dosis para regresar los anticuerpos a su máximo nivel.
El refuerzo aprobado es la vacuna de Pfizer. En sustancia, ambas dosis son iguales, lo que cambia es el tipo de paciente que la requieren y en el tiempo que la necesita. “Los pacientes, después que salgan del COVID-19, no se pueden quedar en casa. Si sienten algo, deben buscar ayuda, porque una atención temprana hace la diferencia y hace posible una mejor calidad de vida. La clase médica de Puerto Rico se ha educado bien y está al día de lo que acontece con la condición; tenemos los medicamentos y los tratamientos para atender las distintas secuelas que se han ido identificando”, aconsejó el galeno.
VOCES es una coalición multisectorial dedicada a la promoción de la salud y prevención de enfermedades.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: